lunes, 17 de septiembre de 2007

THE BRAVE ONE (Comentario de cine)

Para los antiguos griegos la Ciudad representó el
iluso triunfo de la creación humana sobre las fuerzas
de la Naturaleza. El habitante citadino debía ser si
era ciudadano el más saludable, educado y si se
quiere, el más civilizado. Claro está, que ese
supuesto valdría más para quien poseyese los medios y
el ocio---siempre ha sido así--- que para quien no los
tuviese.

El comercio que dio vida a esos conglomerados humanos,
marítimo o terrestre, trajo con sus procesos
evolutivos las enfermedades, el despoblamiento y más
tarde el hacinamiento y la contaminación. La ciudad
que perduraba era aquella a donde el campo de batalla
no llegaba, pues el fuego era su implacable verdugo.
Muchos siglos después aquella ciudad que tanto aportó
al modelo de la ciudad europea occidental, vía Roma,
de donde proceden principalmente las nuestras, devino
con la Revolución Industrial en un ser vivo
agigantado, con una vida propia acelerada, más allá
del mundo estamentalizado medieval que durante un
milenio le sirvió de embrión.

La otrora ciudad ordenada de la antiguedad se tornó
frenética y caótica y le nació el subconsciente y su
multiplicidad de voces y de contradicciones
estructurales. Con el advenimiento de los suburbios
tan emblemáticos de las grandes urbes ---especialmente
en el Nuevo Mundo y particularmente en los Estados
Unidos de América--- la ciudad fue despojada de su
centro y de su sentido natural. Esa ciudad es hoy un
espejo fragmentado, de centrífuga y múltiple
dispersión, cuyo asentamiento es sólo posible de modo
mediático.

Erica Bain (Jodie Foster) es una periodista radial -no
de las del montón, vocinglera y sensacionalista- sino
de las que vincula su actividad a la creación, a la
compilación de los sonidos, a la integración
histórico-literaria y a la narración de los ecos y
voces de su ciudad, la entre muchas otras también
puertorriqueña, Nueva York.

Manhattan y Brooklyn serán el laboratorio de esta
periodista cuya vida casi perfecta de profesional en
lucha y pequeño burguesa a punto de contaer nupcias,
quedará destrozada con un hecho violento y brutal que
la convertirá en otra persona irreconocible habitando
en su interior.

El doloroso evento que la tornará irrecuperable de sí
conducirá la trama policial de esta película que
abraza el vigilantismo. Solo que esta vez el Charles
Bronson de la serie taquillera y de culto Death Wish,
será sustituído por la talentosa Jodie Foster, dándole
un corte de igualación de género por lo bajo a la
gesta matarife. Esta sustitución notable y provechosa
nos deja a Erica Bain con una nueve milímetros en mano
hecha una mujer lobo para quien todas las noches serán
de luna. La bestia de la venganza y del miedo que
porta se aplacará matando a los perversos, cuya muerte
le brindará un aire de seguridad. Metáfora curiosa de
un imperio.

El detective Mercer (TERENCE HOWARD) con una
actuación meritoria investigará las escenas de muerte
que se irán hilvanando hasta señalar a su propia
entrevistadora. THE BRAVE ONE puede parecer (y es) una
película violenta, pero hay una profundidad
multitextual y crítica que merece ser examinada y que
supera no a todos, pero a algunos de los estereotipos.
Erica no es una simple vigilante más , es una voz
angustiada y un retrato de la múltiple victimización
policiaca, burocrática, institucional y laboral sobre
las cuales hay que profundizar mucho más.

La fotografía, las tomas cercanas y las angulares, el
uso del recurso del flashback y la edición tienen una
expresión notable en esta película de NEIL JORDAN, su
director, quien logra capturar y sumergir al público
durante casi dos horas.

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