Cuentan que Pitágoras un viejo filósofo y matemático griego andaba de visita por Puerto Rico y enterado del nuevo mantra de los libretistas del gobernador, "Más por Menos", quedó prendado por la corta paradoja y decidió realizar algunas investigaciones antes de marcharse a su tierra.
Hacía un poco de calor por las calles del Viejo San Juan por lo que compró una piragua para refrescarse por la cual le cobraron $2 dólares más catorce centavos de algo que nombraron ivu. Conocedor del alfabeto de su país y de otros tantos trató de descifrar lo que significaba "ivu", pero al no lograrlo, intrigado todavía por la afición matemática del gobernador Mas por Menos, imaginó que el tal "ivu", sería un símbolo matemático para representar el valor 7%. Después de todo le habían conbrado la piragua a $2.14 cuando en realidad el precio era $2.00. Razonó $2.14 es más que $2.00, por lo tanto pensó "si me cobraron lo más en vez de lo menos, quiere decir que el nombre "ivu" designa esa relación".
Quiso Don Pitágoras dialogar sobre el mentado ivu y caminando cerca del Tapia, al costado de la Plaza Colón se encontró con Henry -el de los pastelillos- y le inquirió sobre el enigmático ivu. Henry le contestó que él lo cobraba porque lo había impuesto el gobernador junto a unos señores que se pasaban el día en un edificio de mármol más abajito. Don Pita le preguntó a Henry si conocía el famoso teorema que lleva su nombre -el de los catetos y la hipotenusa- dada la forma de medio rectángulo de los sabrosos pastelillos. Henry le dijo que no, aunque para Don Pita era evidente que de forma intuitiva el pastelillero conocía lo del cuadrado de los catetos. Así se lo indicó, a lo que el buen Henry le respondió "por aquí no hay catetos, hay tecatos y uno que otro responsable del ivu por el que usted pregunta".
Sin saber lo que es un tecato y no atreviéndose a preguntar pues lo del ivu había indispuesto a todos los que escuchaban decidió allegarse al edificio de mármol que le habían dicho. Caminando un rato, se empezaron a confundir las cosas. Pues le dijeron que el primer edificio era el lugar de reuniones del gobierno y pensando en que para él el goberno era del pueblo le estuvo raro no ver a nadie en el viejo casino que tiene por detrás a San Cristóbal (el que no han vendido todavía).
Mayor aún fue la confusión de Don Pita cuando le dijeron que había una Casa Olímpica, justo lo que necesitaba, pues pensó que en la embajada griega le podrían decir más sobre el misterioso ivu. Pero la Casa Olímpica resultó ser otra cosa... una pareja de recién casados y su comitiva bajaban de allí bajo un aguacero de arroz crudo.
Cuando observó los cinco anillos entrecruzados imaginó que estaba en alguna Academia, pero le dijeron que no, que allí se hacía deportes, que se conmemoraban cierto juegos de la Grecia Antigua y que lo más parecido a una Academia debía encontrarlo más abajito en el Ateneo.
Aunque estaba confundido todavía, se alegró de que en esta isla tropical de la que dicen es colonia de EEUU, al menos se conociera tanto el griego. Caminó un poco más, pero quedó todavía más confundido cuando vió un pebetero encendido con una llama. Hizo la reverencia acostumbrada ante el símbolo, pero cuestionó qué hacía esa llama allí y no en la Casa Olímpica. Le aclararon que esa llama encendida estaba allí porque Puerto Rico es una colonia y que representaba el afán y la lucha por la descolonización.
Don Pita como que no entendía, pues también había oído decir al gobernador del "Más por Menos", que "En Puerto Rico mandamos los puertorriqueños". Escapaba a la comprensión del filósofo griego cómo se podía ser colonia de otro país y al mismo tiempo mandarse. "Más por menos", pensó. Mientras más otro te gobierna, menos te quieres dar por enterado".
A Don Pitágoras le dijeron que el edificio medio derruído del lado del Ateneo era la Biblioteca Carnegie. Reconoció la palabra Byblos y pensó en la antiquísima ciudad y aunque estaba cerrada, le pareció un edificio noble, algo espartano para su gusto. Le dijeron que Carnegie era un filántropo billonario. Reconoció la primera palabra y se alegró de que hubiese amor por los demás aquí, pero le dolía todavía el $2.14 que no le sabían explicar. Lo de billonario no lo entendió con todo y ser un genio matemático.
Un andaluz frente a la Casa de España sentenció que billones son los que le entran al gobierno con el ivu y que millones son los que le devuelven en servicios a la gente. "Más por Menos", comprendió Pitágoras que ya empezaba a deslumbrarse como la mayoría de los legisladores con la resolana disparada sobre el exceso de mármol.
Don Pita entró por el anexo de la Cámara y por accidente llegó a mi oficina creyendo haber llegado a la del Presidente del Senado. Inquirió sobre el mentado ivu y le dijimos que eso era un entuerto de los partidos popular y penepé. Estaba muy sorprendido cuando supo que el gobernador del Más por Menos, había jurado en los debates que nunca aprobaría un ivu. Se le explicó que se trataba de una carga adicional del 7%, un Impuesto de Valor y Uso.
Nos explicó Pitágoras que en Grecia se les llamaba sofistas a los que debatían, hablaban por hablar y defendían lo que fuese siempre que sirviese a sus intereses. Se le explicó que en Puerto Rico se les llamaba con un nombre menos fino. Asintió cómplicemente... "Allá en Grecia también".
No sabemos si Don Pitágoras llegó a la oficina del Presidente del Senado. No sabemos si se sintió desilusionado porque su teorema que es la síntesis del más por menos se hubiese malinterpretado en esta isla caribeña. La suma del cuadrado de los catetos seguirá siendo igual al cuadrado de la hipotenusa.
Se supone que la gente reciba más servicios, de mejor calidad y más eficientemente y que pague menos contribuciones, no más contribuciones impuestos e ivus.
Se supone que las agencias públicas rindan más y que sus jefes estén allí y no velando guiras con candidaturas electivas.
Se supone que el gobierno sirva con justicia al Pueblo, es decir que sirva a los más y no a los menos. Que sirva particularmente a quienes tienen menos y no a los que tienen más.
Se supone que la ley se cumpla no importa lo mucho o lo más que tenga el donante generoso a las campañas políticas, no importa lo poderoso que sea el inversionista político al que tanto se esmeran en servir los que hacen valer la verguenza sobre el dinero.
Todo eso lo saben los que no lo practican. Quienes lamentablemente son los más y no los menos entre los funcionarios electos de esta comarca que es también Insula Barataria.
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